Doña Remedios Argente Jiménez 1902-1998†
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Estimados lectores, en esta entrada del blog os voy a
relatar la historia de Doña Remedios Argente Jiménez, un extracto de todos los
datos que hemos podido recopilar sobre Remedios, una paisana que tiene una
historia singular y que no puede quedar en el olvido.
Para la
comprensión de este artículo y evitar confusiones en el lector, debo advertir
que desde el año 1962 está reconocida como cabeza de municipio la anteriormente
conocida como aldea del Villar de Ves, denominándose actualmente Villa de Ves;
por otra parte, la vieja población pasó a llamarse Barrio del Santuario. Para
no ser redundante a lo largo de este artículo, cada vez que nombre Villa de Ves
me estaré refiriendo Villa de Ves (antiguo) ya que fue allí donde vivió la
protagonista de esta historia.
Antigua Villa de Ves cuando vivía
Remedios.
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Introducción:
Villa de Ves, hasta los años 1950, era un pueblo donde se
vivía muy bien. Había prácticamente de todo: Ayuntamiento, dos casinos, un
estanco, dos tiendas de comestibles, cartero, cine, una sala de baile, dos
molinos de aceite, un molino de trigo, etc. Aquí acudía mucha gente de los alrededores
para suministrarse de las tiendas, comprar productos de las numerosas huertas,
y también para divertirse en sus tiempos de ocio. Aquel pueblo rebosaba de
vida. Sin embargo, cuando en 1951 se terminó el embalse del Molinar, Villa de
Ves se quedó sin ribera y desaparecieron las huertas. Los jóvenes empezaron a
emigrar y a éstos les siguieron sus padres cuando los medios de ganarse la vida
iban desapareciendo, y con ello toda la estructura social del pueblo. Villa de
Ves sufrió un despoblamiento gradual y el abandono de las casas y los campos.
Salvo una excepción. Una persona resistió de forma numantina, siendo la única
habitante del pueblo durante décadas, esa mujer es la protagonista de este
artículo.
Villa de Ves despoblado y
abandonado. En el centro: casa de Remedios.
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Historia de
Remedios:
Doña Remedios
Argente Jiménez nació en Villa de ves el 20 de noviembre de 1902 y falleció el
día 19 de octubre de 1998 con 95 años de edad, a punto de cumplir 96. Sus
padres fueron D. Enrique Argente García y Dª Isabel Jiménez Miravalles, quienes
tuvieron cuatro hijos, en este orden: Francisca, Remedios, Isabel y Pepe.
Francisca vivió en Casas Ibáñez, Remedios es la protagonista de esta historia,
Isabel es la madre de Matías, Enriqueta, Conchita y Maribel, y Pepe es conocido en el pueblo como
“Pepe el de Enrique” – el de las herradas de abajo -.
Partida de nacimiento de Remedios. |
Remedios
nació y vivió siempre en su pueblo en la casa que heredó de sus padres, en la
calle Bodegas sin número de Villa de Ves.
Casa y patio de Remedios. Remedios con su madre: Isabel. |
Remedios era delgada y de pequeña estatura, pero su
naturaleza era de una gran vitalidad y fortaleza, sin duda, necesaria para
poder vivir tantos años en soledad, sin ayuda de nadie en las labores diarias y
sin compañía en la oscuridad de la noche. Era una persona humilde, sencilla,
cercana a la gente, afable, laboriosa, hacendosa, limpia, amante de las plantas
y los animales, de su pueblo y de la naturaleza.
Remedios nunca fue a la escuela – aunque aprendió a leer y
escribir por sí misma – porque desde pequeña ayudaba a su padre a cultivar las
tierras en las Herradas de abajo y en las huertas que tenían en la ribera del
rio Júcar en Villa de Ves. La mayoría de éstas se situaban en la zona que
actualmente se conoce con el nombre de “Las pozas” cerca de la noguera gigante
que era de D. Emilio, “Emiliaco”. En estas huertas, además de hortalizas,
cultivaban higueras, melocotoneros, albaricoqueros, ciruelos, etc. Pero también
se dedicaban al cultivo de cereales, viñas, azafrán y olivos. Ella disfrutaba
trabajando en la huerta, podaba e injertaba los frutales con maestría, usando
técnicas aprendidas de su padre, quien, incluso cuando envejeció y perdió algo
de movilidad seguía yendo al campo gracias a una burra blanca que era muy
mansa; contaban que esta burra permanecía quieta, sin moverse ni un milímetro
cuando D. Enrique hacía el esfuerzo de subir a su lomo utilizando a modo de
escalera una gran piedra que había en las huertas.
Foto de Remedios en la calle
Valencia de Villa de Ves.
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Cuando falleció su padre, Remedios siguió utilizando esa
burra para ir a trabajar al campo o para desplazarse a los pueblos más próximos
para vender las hortalizas excedentes; por ejemplo, ella solía contar la
anécdota de una vez que fue a la aldea de La Pared con los serones de la burra
llenos de ajos y no consiguió vender ninguno.
Como ya hemos dicho, Remedios era una mujer laboriosa y una
tarea a la que se dedicaba con maestría era a tejer con ganchillo. Sabemos que
tejió varios paños de punto para la Iglesia. También solía tener un detalle con
la gente del pueblo, veraneantes o visitantes asiduos, a quienes regalaba
prendas tejidas por ella cuando nacía un hijo o un nieto; por ejemplo,
trajecitos para recién nacidos, pantalones, suéteres.
Remedios en el patio de su casa mostrando su amor por la familia. De izq. a dcha: Carlos, Remedios y Javi, hijos de Maribel. |
Otra de sus pasiones eran las plantas. Como se suele decir,
tenía mano para las plantas, si cogía un trozo de rama, la plantaba y con
seguridad esa planta crecía. La prueba de este don es todavía visible en su
casa, su patio tiene dos jardineras a ambos lados y siguen llenas de plantas,
una higuera, una palmera y algún arbusto. Pero, no contenta con este jardín,
aún repartió 60 macetas más por el patio, utilizando cualquier recipiente para
ello. Y no es despreciable la faena que suponía cuidar este vergel, puesto que
Remedios tenía que transportar el agua a lo largo de quinientos metros desde la
“fuente del chorro” con cántaros y cubos hasta su casa.
Con las hojas de la palmera fabricaba ella misma las escobas
para barrer la casa y, aún con una avanzada edad, tenía fuerza para enjalbegar
la casa con cal, incluso cuatro veces al año en el caso del humero o fraile de
la cocina de leña.
Puerta de la casa de Remedios con la nieta de Francisca: Francisca, Isabel y Remedios. |
Acostumbrada a la supervivencia en soledad, Remedios
prefería cocinar con leña antes que usar gas butano. Recogía ella misma la leña
de los alrededores del pueblo o de restos de la poda de sus oliveras.
Estas oliveras también la mantenían ocupada. Aparte de cavar
la tierra con azada igual que lo haría un hombre, ella se encargaba de recoger
las olivas, aunque siempre se ofrecía algún sobrino o vecino durante las
visitas esporádicas al pueblo o en fin de semana, cuando transportaban lo
recolectado a la almazara más cercana para convertirlo en aceite. Siempre
reservaba una cantidad para aliñarlas y tener reservas en las orzas de su despensa.
Hay testigos que aseguran que con 80 años cumplidos aún se desplazaba hasta las
“herradas de abajo” a coger dos cestos de olivas, a doce kilómetros del pueblo,
salvando un gran desnivel y por malos caminos. No le importaban las horas de
trabajo.
Otra muestra de la autosuficiencia y valentía de Remedios es
que todos los años se subía al tejado de su casa para retejar las tejas rotas.
En cuanto
a la cocina, sus especialidades eran el gazpacho manchego, las gachas de
matanza y la tortilla.Izquierda: Remedios
en su cocinilla haciendo una tortilla. Se puede observar la tortilla en pleno
vuelo. Derecha: Remedios haciendo gazpacho manchego. |
En la cocinilla tenía un horno de leña donde, algunas veces,
hacía pan para una semana o deliciosas magdalenas.
Remedios depositando un cántaro de agua en la cantarera.
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La vida en el campo la convirtió en una gran conocedora de
las plantas medicinales de los alrededores, era capaz de distinguir una inmensa
variedad de plantas con propiedades curativas y aromáticas, y según la
temporada las recolectaba y realizaba el proceso de secado para guardarlas en
bolsas de tela en su casa. Así, podía utilizarlas según las dolencias que
pudieran aparecer.
Era tan limpia que lavaba sus ropas y sábanas asiduamente, aunque eso implicaba cargar con
el peso de la ropa, el cubo y jabón a cuestas hasta el lavadero de la “fuente
buena” o, a veces al lavadero de la Villa de Ves.
Pero a pesar de rebosar energía y de vivir en un ambiente
idílico, la vida no se lo ponía fácil. Conforme pasaban los años iba perdiendo
fuerzas y aparecían enfermedades. Con la vejez, las visitas al médico eran más
frecuentes y eso suponía subir al pueblo de arriba; su avanzada edad no le
impedía trepar por la senda que asciende por terreno abrupto más de media hora.
Naturalmente, los médicos se solidarizaban con su caso y le ofrecían que se
esperase a terminar las visitas para bajarla con su coche. Muchas veces, si le
recetaban alguna medicina, ellos mismos se la bajaban al día siguiente. Sin
embargo, otras veces no podían, y ella subía también a por las medicinas.
Remedios con Encarna, hija de Sara la de la Rambla.
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También tenía que subir alguna vez a comprar el pan pero,
siempre que podía, el mismo panadero se lo bajaba. Igualmente, los familiares o
vecinos que visitan Villa de Ves los fines de semana también le bajaban pan o
botellas de gas butano si le hacía falta, y había quien ni se la cobraba.
Sus animales:
Ella siempre estuvo rodeada de animales. Le hacían compañía
y los quería mucho. Excepto en sus últimos años de vida en los que no podía
hacerse de tantos. De media, tenía siempre veinte gatos, quince gallinas y un
gallo, cerca de cinco perros y los que pudiesen llegar – si alguien se lo daba en adopción - eran siempre
bienvenidos.
Las gallinas estaban sueltas en el corral pero, cuando
Remedios envejeció, el marido de una sobrina se encargó de construir un
gallinero con tablas y tela metálica.
Remedios con uno de sus queridos perros. |
A pesar de ser una persona tan ordenada y aseada, permitía a
todos los animales entrar en su casa y convivían como miembros de una familia;
luego limpiaba y ordenaba la casa.
Quería a sus animales como si fuesen personas y, de hecho,
hablaba a las gallinas y los gatos como si fuesen humanos. Todos los perros y
gatos tenían nombre, sin embargo, algunos fueron más importantes en su vida y
Conchita y Maribel aún los recuerdan.
Dos perras se llamaban Villa
Cristina y Estrella, y dos perros tenían por nombre Buque y Lucero. El último
perro que tuvo fue un pastor alemán muy bueno, y fue un regalo de unos señores
de Cartagena que construyeron una casa en la Villa; cuando ella ya no pudo
cuidarlo se lo regaló a los que trabajaban en el campamento de verano que había
en el Molinar, administrado por los curas de la Iglesia de San José de
Torrente.
Hasta tal punto quería a sus animales que una noche escuchó
un fuerte alboroto en el gallinero y supuso que las gallinas estaban alteradas
por algún animal merodeador, sin temor por su integridad, cogió las tenazas de
hierro de la cocina y se adentró en el gallinero hasta toparse con una gineta
que ceñía entre sus dientes el cuello de
una gallina. Le descargó unos cuantos golpes de tenaza, aunque la gineta no
soltaba su presa – decidida a no perder su cena – pero al final el hierro pudo
con la gineta. Una vez muerta, le quitó la piel y la rellenó con paja y le dio
forma como si estuviese disecada para exponerla en casa.
Gineta: genetta genetta. ©Guérin Nicolas |
Arte y poesía en la vida de Remedios:
Y es que la protagonista de este artículo también tenía una
gracia innata – que podemos tener todos
por el hecho de ser humanos pero en ciertas personas se convierte en un
don – para recitar poesías y contar
historias, quizá oídas en su infancia o quizá inventadas en sus horas de
soledad, repitiéndolas y perfeccionándolas hasta transformarlas en una buena
historia.
Es conocido que cuando estaba en compañía era simpática y
cercana, lejos de la imagen que se podría tener de las personas que viven largo
tiempo en soledad. Gustaba de contar estas historias y las enlazaba con otras,
con la habilidad del buen narrador que cautiva a su audiencia, es decir, no se
trataba de la abuela que aburre con sus historias, todo lo contrario, la gente
no se aburría con ella.
También cantaba canciones de su época y recitaba diversas
poesías y refranes.
Como recuerda Dª Luisa Garrido, una de aquellas poesías
empezaba así: “Castillo de la Villa fortalecido, que con trabucos y espadas te
han defendido…” Esperamos indagar un poco más entre los vecinos para poder
recuperar el resto y completarla más adelante en este blog.
Foto izquierda:Remedios
y Maximina en una celebración. Foto derecha: -De derecha a izquierda- Isabel, Francisca, Remedios y Presentación, nieta de Francisca. |
Sus amores:
Remedios vivió sola y soltera toda su vida pero sí tuvo
pretendientes. El primero que tuvo, podríamos decir que fue su verdadero amor,
fue un empleado de Hidroeléctrica Española que vivía en el antiguo poblado del
Molinar. Este señor quería a Remedios y era un pretendiente acomodado
económicamente, pero era viudo y a ojos de los padres de Remedios no estaba
bien visto, de modo que le prohibieron relacionarse con él. Como hija obediente
que era, acató las órdenes de sus padres aunque le pesase toda la vida.
Hubo más pretendientes a lo largo de su vida pero jamás
olvidó al primero y los demás no llegaban a conquistar su amor. Sin embargo
hubo uno muy especial cuyo caso merece ser contado. Un caso como el de
Remedios, una persona que vive sola tantos años en un pueblo abandonado, se
hizo muy famoso y llegó a salir en el semanario “El caso” con tirada nacional.
A través de esta revista un lector de Madrid se puso en contacto con ella
escribiéndole una carta muy bien escrita, en ella le explicaba que la
consideraba una mujer con un criterio firme y cualidades excepcionales por lo
que le ofrecía ir a vivir junto a ella en Villa de Ves el resto de su vida,
compartiendo la vida para lo bueno y lo malo, respetándola al máximo; siempre
que ella consintiera. Remedios se sintió muy alagada y agradecida por esta
carta pero decidió seguir viviendo sola. Así que, mandó a sus sobrinas Conchita
y Maribel redactar una carta en respuesta a la del señor en la que le agradecía
su atención pero que rechazaba la oferta.
La economía de una superviviente:
Independiente hasta el final, Remedios vivió sin faltarle
nada, humildemente pero sin necesidades superfluas. Sus necesidades eran las
básicas y las cubría prácticamente con lo que daba la tierra. No obstante,
recibía una paga de Caritas de cuatro mil pesetas y obtenía algún dinero extra
vendiendo huevos a los visitantes de fin de semana. Siempre decía que tenía
unos ahorrillos.
Relación con la Iglesia y los curas:
Remedios era católica practicante y estaba muy unida a la
Iglesia, al santuario y al Cristo de la Vida, que es algo supremo que todos los
villadeveseros llevamos en nuestro ser. Ella era la encargada de guardar la
llave del santuario en su casa, así como de vender los recuerdos de todo tipo
relacionados con la imagen del Cristo de la Vida, ofreciendo estos servicios de
forma altruista a los visitantes, peregrinos y veraneantes que acuden para
venerar o conocer este lugar. También se encargaba de limpiar la Iglesia y cada
vez se subía con su cubo de agua. Debemos aclarar que desde su casa a la
Iglesia hay casi un kilómetro con una pendiente pronunciada y que esto lo hacía
con una edad avanzada.
Su relación con los curas de la zona fue muy buena, y
merecen destacarse dos con los que tuvo gran amistad. Don Gregorio se
preocupaba mucho por ella y fue él quien tramitó los papeles necesarios para
operarla de cataratas. Don Ángel también estaba pendiente de Remedios, de sus
necesidades, la visitaba con frecuencia y hasta que no la encontraba no se iba:
y es que había veces que ella estaba cavando en el campo de olivos por los
alrededores y él tenía que buscarla si quería hablar con ella, aunque no le
costaba mucho pues siempre se sabía por dónde andaba porque sus perros estaban
cerca.
Visitas de los obispos:
El caso de Remedios era tan divulgado y curioso que hasta
los obispos de la diócesis de Albacete lo conocían y se interesaban por ella.
Conocemos el caso de dos obispos que bajaron hasta Villa de Ves para visitarla:
Don Victorio Oliver Domingo, conocido por ser un hombre de gran corazón, quien
la visitó dos veces y que ella siempre recordaba aquella conversación:
-
¿Cómo está usted, Remedios?
-
Estoy sola.
-
Tú, hija, no estás sola. Dios te acompaña.
-
Es
verdad, porque yo no me siento sola.
El otro obispo que la visitó es Don Francisco Cases Andreu.
De él, solo conocíamos su nombre pero investigando un poco sobre él contacté
con la diócesis de Albacete, con el archivo histórico diocesano, donde quedan
registradas las visitas y viajes de los obispos. Tras hablar un rato con un
sacerdote que me atendió con gran amabilidad me derivaron a la diócesis de
Canarias, lugar donde reside actualmente el obispo D. Francisco Cases.
Su Excelencia Monseñor Francisco Cases Andreu. Actual obispo de la Diócesis de Canarias. foto de la Diocesis de Canarias. |
Esta vez me atendió telefónicamente la secretaria de
monseñor Francisco, le expliqué quien era yo y mis motivos para buscar
información, me pidió mi teléfono – con lo que pensé que me darían largas o
tendría que insistir – y para mi sorpresa unas horas más tarde, el mismo día,
recibí una llamada y – esta vez la sorpresa fue mayúscula – era Su Excelencia
Reverendísima Monseñor Francisco Cases. Hablé con él durante veinte minutos
sobre el tema de Remedios y otros recuerdos que tenía de Villa de Ves, fue una
conversación fluida e ilustrativa; por ello le estoy muy agradecido. Por su
llaneza conmigo me recordó al Papa Francisco.
Me decía, pues, que cuando él conoció el caso de Remedios se
preocupó por ella, ya que, una anciana de noventa y dos años – que contaba en
esa época – viviendo sola en un pueblo abandonado no era una cosa normal y en
la primera visita que hizo a la zona bajó a visitar a esta singular mujer. Cuenta que paró el coche en la puerta de su casa,
llamó al timbre pero nadie contestaba, así que comenzó a llamarla: “¡Remedios,
soy el obispo! ¡Que he venido a verla! “. Y así varias veces más, pero la
puerta seguía sin abrirse. El obispo pensó que quizá lo que ocurría era que
Remedios desconfiaba de que un obispo fuese hasta un pueblo tan alejado, de
modo que, volvieron a meterse en el coche y avanzaron cincuenta metros
alejándose de la casa; al momento se abrió la puerta de la casa de Remedios, y
le dijo: “ Remedios, que soy el obispo”. Solo entonces, al verlo vestido con el
hábito, se acercó y estuvieron charlando. Monseñor le ofreció su ayuda en caso
de que tuviese alguna necesidad y ella le contestó que no le faltaba nada, que
recibía muchas visitas, pero que a la vez estaba sola. Él la intentaba
convencer de que estaría mejor con su familia, sus sobrinas o en alguna
residencia donde recibiese los cuidados apropiados, pero ella no cedía,
expresando su deseo de permanecer en su casa, pues estaba convencida de que no
le iba a pasar nada malo pues tenía siempre presente la compañía del Cristo de
la Vida de Villa de Ves. Monseñor Francisco me contaba que se fue más tranquilo
cuando observó que del cuello de Remedios colgaba el aparato que permite
contactar con Cruz Roja en caso de emergencia.
También recordaba que ella cavaba sus campos de olivos y recogía olivas
y leña, y esto sí que le preocupaba más, pues pensaba: “Dios mío, a esta mujer,
cualquier día le va a ocurrir algo en mitad del campo y
nadie podrá socorrerla”.
La segunda vez que la visitó le abrió la puerta enseguida,
estuvieron hablando y le dio el mismo consejo que la vez anterior, a lo que
ella le contestó diciendo que si tenía que morirse prefería hacerlo en su casa.
Monseñor recuerda que observó con preocupación que el tumor que por entonces ya
tenía Remedios en el cuello iba aumentando su tamaño; al poco tiempo se enteró
de que la habían trasladado a una residencia y, poco más adelante, se enteró de
su fallecimiento. Confiesa que tal noticia le afectó y que lo sintió muchísimo.
Guarda un cariñosísimo recuerdo de Remedios Argente.
Nuestra conversación terminó diciéndome que tenía un
nostálgico recuerdo de Albacete y especialmente de Villa de Ves con su Cristo
de la Vida, aunque recuerda con pavor el peligroso ascenso en coche por la rampa que lleva hasta el Santuario, y
cómo se decía a sí mismo: “Si se estropea el coche mientras subimos, nos
despeñamos e iremos a parar al fondo del Júcar”.
Desde este blog elevo mi agradecimiento a S.E.R .Monseñor
Francisco Cases Andreu por haberme atendido tan amablemente y por dedicarme su
valioso tiempo. Me transmitió sosiego y reconocí en él que tal como predica es
un defensor de los derechos humanos, de la vida una vez fecundada y creada.
Inundaciones de 1982:
Este episodio trágicamente recordado por todos los
habitantes de Villa de Ves y por los afectados por el desbordamiento del Júcar,
sorprendió a Remedios sola, como era habitual, pero posiblemente fue la
situación más peligrosa por la que pasó en toda su vida. Y no fue para menos, pues según datos oficiales cayeron hasta seiscientos litros por metro cuadrado. Ella siempre recordaba
que padeció mucho miedo, y que no hacía más que rezar y rogar al Cristo de la
Vida para que la protegiera de lo que parecía el fin del mundo con tal diluvio.
Le venía a la memoria que aquel día un chico bajó – arriesgando su vida – para comprobar
cómo estaba. Nunca olvidó ese gesto. Posteriormente hemos sabido que aquel
chico fue Julio, hijo de Evencio García y María, que en aquellas fechas vivía
en Villa de Ves.
La casa de Remedios:
Casa de Remedios en la actualidad. |
Remedios vivió toda su vida en la casa heredada de sus
padres, una casa de pueblo, de agricultores pero con detalles de una buena
casa. Con algunos elementos decorativos, sobre todo plantas y flores, situada
en el centro del pueblo.
Remedios en el patio de su casa rodeada de plantas.
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Al cruzar la puerta de entrada, se abría un patio ajardinado
y alargado con arriates a ambos lados del paso central, en el cual abundaban
las macetas de flores; en el lateral derecho sobresalía una palmera, una
higuera y un gallinero junto a la cuadra.
Higuera y Palmera en el patio de Remedios.
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Frente a este, en el lateral izquierdo una
madreselva grande, una cocinilla con horno de leña cubierta por una terraza. En
el centro una puerta de acceso a la nave del cuerpo principal de la casa donde
encontramos un garay, una chimenea de leña con fraile o humero, y dos
habitaciones. A lo largo del tiempo, Remedios hizo algunos cambios y puso más
plantas y flores. Hizo un gallinero cerrado, en la cuadra hizo un cuarto de
baño y en el garay, que era la parte más fresca de la casa, hizo una despensa
donde guardaba los alimentos y las orzas de olivas que ella preparaba.
El jardín era un reflejo de la persona que lo cuidaba,
transmitía orden y pulcritud. Y aunque ahora no es ni una sombra de lo que fue, viendo las fotos se puede deducir que con cada floración, se podía disfrutar del espectáculo de la naturaleza sin salir de esa casa.
Una maceta de Remedios que resiste el paso del tiempo.
Haciendo fotos en el patio.
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El día 23 de Agosto de 2015 hicimos una visita a la casa de
Remedios para hacer fotos y documentarnos para realizar este artículo. Nos
acompañó Alberto Arocas como técnico de obras para evaluar el riesgo que entrañaba
adentrarse en lo que actualmente podríamos considerar una ruina. Cada pisada
producía un crujido amenazador que nos
desalentó y nos impidió buscar entre los restos cosas interesantes como por
ejemplo la gineta disecada o más fotos antiguas. Tristemente, sus sobrinas nos
confirmaban que gente sin escrúpulos había allanado la casa y robado objetos que
son recuerdos de la familia.
Muestras del estado actual de ruina de la casa de Remedios.Agosto 2015. |
Placa de cerámica:
Placa de cerámica en la puerta de la casa de Remedios. |
Esta placa de cerámica es un homenaje en reconocimiento a Dª
Remedios Argente Jiménez, hecho por sus sobrinas Conchita y Maribel, que
mandaron fabricar esta placa sufragando los gastos. Luce en un lateral de la casa de Remedios. Debemos
aclarar que su segundo apellido debería figurar escrito con la letra “j” en
lugar de “g”, atendiendo a su partida de nacimiento.
Su enfermedad:
Cuando Remedios tenía edad avanzada comenzaron a aparecerle
unas manchas en la piel, que gracias a sus sobrinas eran tratadas por los
médicos en Casas Ibáñez.
En el curso de su enfermedad siempre estuvo en su pensamiento el Santuario con su Cristo. |
Pero con el tiempo además le apareció un tumor en el cuello,
que malignizó y no paraba de crecer. Fue entonces cuando se hizo evidente que Remedios
necesitaba otros cuidados y sus sobrinas la acomodaron en una residencia en
Casas Ibáñez, donde recibía asistencia de enfermería y médico las veinticuatro
horas del día.
Pero a pesar de todo el cuidado recibido, a los cuatro meses
de ingresar en la residencia, el 19 de octubre de 1998 el tumor acabó con su
vida. Remedios siempre aceptó y se adaptó a su enfermedad, y en este proceso
siempre estuvo acompañada por sus sobrinos y sobrinas, que la visitaron,
asistieron y alegraron los momentos de tristeza de esta abnegada paciente.
Testimonios de la vida de Remedios:
A continuación os
mostraré la opinión que han tenido otros testimonios que conocieron bien la
historia de Remedios. Gente representativa e influyente en la vida de Villa de
Ves. Eslabones vivos de la cadena que ha permitido que nuevas generaciones de
habitantes repueblen Villa de Ves evitando su desaparición total: Dª Umbelina
López Pérez y Dª Luisa Garrido Gómez.
Dª Umbelina López Pérez. |
Dª Umbelina López Pérez es una mujer de 81 años, con una
mente privilegiada y claridad de ideas. Vive en la calle más decorada y vistosa
de Villa de Ves, pues es engalanada con plantas y flores por ella y su marido. Tras
hablar con ella largo rato sobre la vida de Remedios, me ratificó parte de lo
expuesto hasta ahora y me hizo unas aclaraciones sobre donde se situaban
realmente las huertas de Remedios. Según Umbelina, la mayoría de la gente se
equivoca al situar dichas huertas e incide en que estaban en el margen
izquierdo del rio Júcar, desde “las pozas” hacia arriba, y aporta detalles como que la
actual copa del árbol que algunos toman como referencia es una morera y no la
noguera de” Emiliaco”. Rio arriba desde esta morera vendría el badén que
hicieron cuando se rompió el puente antiguo en una riada; a continuación, más arriba, donde se
situaría el puente desaparecido; y más arriba aún la desaparecida noguera de “Emiliaco”, que fue talada cuando se construyó el embalse, y a partir de este punto
comenzarían las huertas de Remedios. La noguera talada era impresionante en su
esplendor, teniendo un tronco tan ancho que se necesitaban cinco personas para rodearlo
con los brazos abiertos.
Dª Luisa Garrido Gómez |
Dª Luisa Garrido Gómez, con una edad de 83 años, es una
mujer muy diplomática y con mente despierta. Me contaba que Remedios era una
experta en plantas medicinales y aromáticas de esta zona, y conocía el remedio
para la mayoría de dolencias comunes. Conocía su afición por el aliño de las
olivas al modo antiguo, las cortaba, las envolvía en ceniza para reproducir el
efecto de la sosa cáustica, posteriormente las lavaba y las sumergía en agua,
quedando excelentes. Terminó la conversación relatándome que hablaba mucho con
Remedios y cuando estaba con ella desprendía un aura de paz y sosiego, era todo
bondad; en sus últimos años de vida, Remedios le preguntaba como a su
confidente más cercana, “Luisa, ¿Cómo llevo el tumor? ¿Me ha crecido?”. Y ella,
consciente del avance le contestaba que no, que seguía igual, con la intención
de no añadirle más inquietud a una enfermedad tan despiadada.
El funeral de Remedios:
Los ritos de enterramiento y sepultura fueron realizados por
el cura párroco de Casas de Ves, D. Ángel, quien a la misma vez realizaba los
servicios de Villa de Ves en la Iglesia del Cristo de la Vida. Fueron los
tradicionales de la Iglesia católica, con misa de difuntos. A este entierro
acudió mucha gente, de procedencias como Valencia, Cartagena, Murcia, Albacete
y pueblos de alrededor. Por supuesto sus paisanos de Villa de Ves y sus
familiares.
El nicho
blanco del fondo es donde está enterrada Remedios, en un saliente del
cementerio antiguo desde donde se divisa toda su querida
tierra.
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En el cementerio de Villa de Ves (Recordemos que me refiero
al Barrio del Santuario) hacía muchos años que no se enterraba a nadie por su
mal estado y acceso difícil. Sin embargo, en el caso de Remedios se hizo una
concesión extraordinaria para ser enterrada allí porque fue su voluntad
expresa la de no abandonar su tierra
nunca.
Parte de las vistas que pueden verse desde el nicho de
Remedios.
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El nicho está situado
en el cementerio, que prevalece sobre los restos del castillo árabe, y junto a la
tumba de sus padres, orientado al saliente del cementerio, con una vista que
domina desde la altura el paisaje que conforma la ladera del otro lado del rio,
el Santuario y Villa de Ves trepando a sus pies, el rio Júcar centelleando como
mil estrellas cuando sale el sol, el Molinar en oriente, y toda la tierra que trabajó
con sus propias manos y que tanto quería. Estoy convencido de que su última
morada le haría muy feliz.
Un caso excepcional. El duelo de los gatos de Remedios.
Estimados amigos, este caso merece un comentario aparte.
Pues a día de hoy, cuando la gente oye por primera vez esta inquietante
anécdota siente como se erizan los pelos de la piel, y surgen pensamientos sobre
la vida y la muerte, y sentimos la incertidumbre del más allá. Máxime sabiendo que
el relato es cierto y así lo atestiguan los abundantes asistentes al funeral.
Dado que el ataúd de Remedios, con su cuerpo, vino desde
Casas Ibáñez con el coche fúnebre, pero se adelantó sobre la hora concertada,
la subieron directamente a la explanada del Santuario. Los familiares que se
reunían más abajo, en el pueblo, decidieron ascender el camino hacia el
santuario formando una comitiva. Cuando este cortejo de sobrinos y familiares y
amigos empezó a moverse, aproximadamente diez gatos (Conchita, sobrina de
Remedios, se encargó de alimentarlos durante los cuatro meses que su tía estuvo
en la residencia), los gatos que le quedaban a Remedios en esa época, siguieron
a la comitiva de gente, maullando sin parar, Conchita y otras personas les
reñían para poner un poco de orden y silencio en un momento tan solemne, pero
los gatos no obedecían; dándolo por imposible, dejaron que les siguiese esta
camada pues dedujeron que de algún modo estarían también de duelo por su ama, y
podrían oler, sentir o percibir algo que los humanos no podemos. Al llegar a la
Iglesia toda la comitiva y pasar dentro para celebrar la misa de difuntos,
todos los gatos permanecieron fuera de la puerta pero seguían maullando como plañideras.
Al terminar la misa y salir con el ataúd a hombros para trasladarlo al
cementerio contiguo, los gatos siguieron al ataúd y cuando, tras realizar la
sepultura, la gente se fue del cementerio, los gatos permanecieron maullando
junto al nicho. De este hecho se dio cuenta toda la gente e intentaron
reconducir a los gatos para sacarlos fuera del cementerio pero ellos
permanecían allí. Las sobrinas, Conchita y Maribel, se fueron preocupadas por
aquellos animales tan nobles y fieles pero continuaron su camino para seguir
con la familia.
Gatos callejeros de Villa de Ves |
Al día siguiente, Conchita, que se había hecho cargo tanto
tiempo de aquellos animales, viendo que no habían vuelto a casa, dedujo que seguirían
allí arriba, en el cementerio. Así que, junto con Maribel, llevó comida y agua
al cementerio y fueron hacia el nicho de Remedios donde todavía estaban los
gatos. Solo así, engañándolos con la comida pudieron conseguir que saliesen del
recinto y cerraron la puerta del cementerio.
Como decía, es un hecho real y todavía se oye contar este
suceso a mucha gente de la comarca.
Mi reflexión sobre Remedios Argente Jiménez:
Ejemplo de resistencia, una mujer que a pesar de su edad no
abandonó su pueblo, su reducto. Ni las grandes obras hidráulicas, ni la ingeniería
gigantesca de aquella época, ni la emigración que asoló las calles, ni la
desmoralización de sus vecinos, ninguno de estos factores fue capaz de vencer
la sólida voluntad de Remedios en la defensa de su tierra, su pueblo, su casa,
los derechos ancestrales de un pueblo, un pueblo con raíces en la historia,
otrora importante en España hasta su paulatina desaparición. Remedios no fue
vencida y se convirtió en el nexo que enlaza distintas generaciones de vecinos,
el pasado y el futuro del pueblo. Un referente para que los enamorados de este
lugar vuelvan a habitar sus silenciosas calles, un estímulo para que se
empadronen nuevos habitantes que luzcan con orgullo ser oriundos de Villa de
Ves. Que engalanen sus casas y calles, para tener en ellas su residencia
habitual o temporal. Qué voluntad tuvo Remedios para vivir en soledad… ¿Acaso
no pueden nuevos pobladores vivir en compañía? Es posible que al pensar en
Remedios como esa mujer que vivió sola, estemos equivocados y en realidad
debamos pensar en ella como esa mujer que eligió vivir su vida libremente, desprendiéndose
de lo superfluo de la vida.
Quiero mostrar mi admiración por Remedios y desearle, allá
donde esté, que descanse en paz y que interceda por su pueblo, Villa de Ves, para que no desaparezca nunca.
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Petición al Excmo. Ayuntamiento de Villa de Ves:
Por todo lo expuesto anteriormente, y ya que el anterior
gobierno municipal de Villa de Ves no realizó ningún homenaje ni reconocimiento
alguno a esta destacada hija de la Villa, desde la dirección de este blog
solicitamos y pedimos a la nueva corporación municipal que en la medida de lo
posible y en los plazos que sean posibles, concedan la rotulación de una calle
o plaza a Dª Remedios Argente Jiménez. Sabemos que sois nuevos en el actual
puesto de responsabilidad pero también sabemos que sois personas justas y con voluntad de hacer.
Agradecimientos:
Nuestro agradecimiento a todos los sobrinos y sobrinas de
Remedios por su colaboración y por la aportación de material para hacer posible
este artículo, especialmente a Conchita, Maribel, Inma y Mónica.
A los lectores, tanto los habituales como los que llegan a
este blog curioseando por la red, gracias por leernos y recomendarnos, gracias
como siempre a los que nos felicitáis y animáis a continuar recuperando la
memoria de nuestro pueblo. Entre todos haremos una Villa de Ves más unida, más
bonita y más acogedora.
Hasta la próxima.